martes, 29 de septiembre de 2015

El rol de los Edwards en la Guerra del Pacífico y el conflicto que arrastran Chile y Bolivia

Agustín Edwards Eastman


El rol clave de los Edwards en la Guerra del Pacífico y el conflicto que arrastran Chile y Bolivia

Según "Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio: Agustín Edwards Eastman", de Víctor Herrero

La demanda de Bolivia contra Chile en la Corte Internacional de La Haya tiene su origen en la denominada "Guerra del Guano y el Salitre" de 1879, en la que Chile “adquirió” el territorio de Antofagasta, el cual era boliviano y le daba salida al mar a dicho país. La guerra se inicia luego de que Bolivia decidiera implementar un impuesto a la extracción de salitre en sus tierras, por parte de empresas extranjeras, una de las cuales era la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, de la que la familia Edwards era dueña de más del 40%.

El fallo de la Corte Internacional de la Haya de la semana pasada –en el que por 14 votos contra 2 decidió declararse competente ante la demanda marítima presentada por Bolivia contra Chile– trajo consigo múltiples celebraciones y una declaración de victoria por parte del país vecino, mientras que en nuestro país la Presidenta Michelle Bachelet fue tajante en decir que "Bolivia no ha ganado nada" y que la soberanía de nuestro país no está en juego.

Es así como a 136 años del origen de ese conflicto, en La Guerra del Pacífico, no se logra llegar a un acuerdo respecto a la demanda de Bolivia, que indica que tiene derecho a una salida al mar, a pesar de que perdió el territorio en dicha cruzada, la que es conocida como "Guerra del Guano y el Salitre", ya que se inicia luego de que Bolivia decidiera implementar un impuesto a la extracción de salitre en sus tierras, por parte de empresas extranjeras, una de las cuales era la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, de la que la familia de Agustín Edwards era dueña de más del 40%.

Esta es la historia de cómo Agustín Edwards Ossandón –bisabuelo del actual dueño de El Mercurio– jugó un rol preponderante de "lobby" político y empresarial para que se desencadenara la Guerra del Pacífico, la que es relatada en Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio: Agustín Edwards Eastman, de Víctor Herrero.

Edwards Ross el bisabuelo de la impronta político-empresarial y de medios

"Agustín Edward Ossandón fue el creador de la inmensa fortuna de los Edwards, pero fue su hijo Agustín Edwards Ross quien catapultó a la millonaria familia de provincia hacia los más altos círculos del poder político y social chileno", así describe Víctor Herrero, en su biografía desclasificada del dueño de El Mercurio, al bisabuelo de Agustín Edwards Eastman y segundo Agustín de una dinastía que comprendió perfectamente el juego unificado entre el dinero, la política y los medios de comunicación.

Según el libro, Edwards Ross, "El cucho", fue quien se dio cuenta de que "el mundo político no solo servía para articular los intereses económicos de su familia, sino también para ganar prestigio (...) la generación de los primeros herederos ambicionaba ya no solo riquezas, sino poder".

"En pocos años, este nuevo Agustín Edwards se convertiría en uno de los principales protagonistas en tres grandes acontecimientos históricos que, hasta cierto punto, repercuten hasta nuestros días: la Guerra del Pacífico de 1879, la Guerra Civil de 1891 y la creación de una prensa moderna y con una influencia nunca antes vista en el país", agrega Herrero.

De acuerdo al texto, la generación de los financistas y banqueros que se enriquecieron gracias al auge de la minería de mediados del 1800 "ejercía una enorme influencia sobre el aparato fiscal y el Gobierno del país, pero lo hacían preferentemente desde las sombras". Es más, Agustín Edwards Ossandón –el primero de la dinastía– fue electo diputado por Valparaíso en 1891, pero no ejerció su labor parlamentaria, ya que el fin era acceder al fuero parlamentario, "que los protegía de investigaciones judiciales".

En cambio, Agustín Edwards Ross, militante del Partido Nacional, da un giro a esta tónica, desde joven tenía otra visión, por lo que fue quien por primera vez esbozó la filosofía política y económica que ha marcado a su familia y de cierta manera el destino de Chile: la riqueza se genera por el esfuerzo individual, el Gobierno debe garantizar la libertad, "que promueva este impulso empresarial" y que el Estado debe garantizar el orden legal para que se desarrollen los negocios.

Además, los elementos de la "ética protestante y espíritu del capitalismo" están muy presentes en estos discursos de Agustín Edwards Ross. "Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos", fue el título de una de las exposiciones que realizaba en la época en distintas escuelas.

Rol desencadenante en la Guerra del Pacífico

Un año después de la muerte de su padre, en 1873, Edwards Ross tuvo un papel fundamental, hasta "desencadenante" de la Guerra del Pacífico. Ese año asumió la presidencia de la "Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta", de la cual su familia tenía el 42% de las acciones. "Agustín Ricardo, de veintiún años, envió a un emisario a La Paz para gestionar con el Gobierno de Bolivia el reconocimiento de los derechos y concesiones de esa compañía para explorar y exportar salitre en amplias zonas de la región de Antofagasta que entonces pertenecía al país vecino", lo que fue concedido, pero nunca ratificado por el Congreso de Bolivia. Luego, en 1878, la Asamblea Constituyente boliviana aprobó sin problemas el establecimiento de un impuesto de diez centavos al quintal de salitre exportado, lo que desencadenó la ira de los empresarios chilenos, entre ellos Edwards.

La Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta se negó a pagar este impuesto, 9 meses después el prefecto de Antofagasta ordenó la aprehensión del gerente general de la empresa de Edwards, estando solo dos meses detenidos. Pero no todo estaba zanjado, en enero de 1879 La Paz aprobó un decreto para confiscar los bienes de la empresa y anunció el remate de estos, con lo que las faenas de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta se detuvieron. En paralelo, el Gobierno chileno de Aníbal Pinto también desplegó sus cartas. Los empresarios llevaban tiempo presionándolo para que interviniera, aunque un conflicto fronterizo mantenía la atención de las autoridades nacionales, pero la posibilidad de un remate de una empresa chilena levantó las alarmas y el presidente envió al buque Blanco Encalada a las costas de Caldera. Cuatro días después, este ancló en Antofagasta.

En paralelo el representante en Chile de Gibbs & Sons –también dueños de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta– escribió a sus superiores en Londres, con el objetivo de dar a conocer la estrategia zanjada tras una reunión de accionistas. En la misiva se recomendaba "gastar algún dinero para estimular a periodistas en los diarios para que publiquen artículos de naturaleza patriótica", lo que efectivamente ocurrió –como relata el libro– y en los diarios El Ferrocarril y Los Tiempos se publicaron textos de corte nacionalista.

Finalmente la jugada política y militar de Chile llegó, y justo cuando la Compañía de Salitres y Ferrocarriles iba a ser rematada en Antofagasta (14 de febrero de 1879) las tropas chilenas desembarcaron en el puerto de dicha ciudad. De esta forma, Agustín Edwards Ross salvó a su empresa de ser rematada y fortaleció su poder económico y de manipulación política.

Dos semanas después del arribo en Antofagasta, Bolivia,  junto a Perú, declaró la guerra a Chile. "El conflicto bélico duraría un poco más de cuatro años y causaría unos catorce mil muertos", detalla el libro.

Pero el accionar de Edwards y las conexiones del mundo político con el sector económico eran evidentes. Según Víctor Herrero, "llama la atención que tres de los cinco ministros que conformaron el primer gabinete de guerra chileno eran accionistas minoritarios de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta. Ellos eran Antonio Varas, ministro del Interior; Domingo Santa María, ministro de Relaciones Exteriores, y Jorge Huneeus, ministro de Justicia".

Otra operación que es develada por el libro es que, pocas semanas después de que estalló la guerra, apareció ante el notario de Antofagasta el estadounidense Charles C. Greene, el nuevo gerente de la Compañía de Salitres y Ferrocarril", ¿el objetivo? Pedir el permiso, a nombre de 21 empleados de la empresa, un permiso ante notario para explorar yacimientos en la zona ya ocupada por Chile. Luego fueron inscritas "51 tacas de salitre a nombre de los empleados", los que no pagaron nada por el procedimiento y que el siguiente año cedieron sus derechos a la  Compañía de Salitres y Ferrocarril, de la cual Edwards Ross era director.

Treintaiún años después la operación salió a la luz: un civil levantó una denuncia por posible fraude al fisco, pero este no se hizo parte y, ya en la Corte Suprema, la  Compañía de Salitres y Ferrocarril contrató como abogado a Luis Barros Borgoño, ex relator de la Corte y quien luego sería Vicepresidente de la República, el que finalmente hizo que la empresa ganara la demanda, esto a pesar de las repercusiones mediáticas y de protestas obreras. El fallo era descrito "como un ejemplo de cómo la oligarquía y el Estado confabulan para favorecer los intereses de los grandes empresarios", relata la biografía.

Es a raíz de estas operaciones que "Agustín Edwards Ross sacó dos lecciones valiosas del conflicto de 1879. La primera era que las guerras victoriosas son un negocio muy rentable y, la segunda, que la prensa es un factor clave en formar una opinión pública favorable a los intereses propios".

El segundo aprendizaje fue fundamental para la política comercial de la familia Edwards: para generar una real influencia en el país había que mezclar los intereses políticos con los económicos y la "herramienta crucial para lograrlo era la prensa", escribe Herrero. Es así como en 1882 Edwards Ross compró el diario La Época y luego, en 1882 o en 1884 –no está clara la fecha– compró El Mercurio de Valparaíso.

"Con el término de la Guerra del Pacífico, Agustín Edwards Ross emergía como una de las figuras más poderosas de Chile. No solo había logrado expandir la vasta fortuna familiar, sino que ejercía también una enorme influencia empresarial y política. Los Edwards, que habían hecho fortuna en las inhóspitas y polvorientas ciudades y pueblos del Norte Chico, se instalaban ahora cada vez más cerca del centro mismo del poder", señala la biografía desclasificada del dueño de El Mercurio.

Es así como el joven Agustín Edwards Ross, de 21 años, bisabuelo de Agustín Edwards Eastman, el actual dueño de El Mercurio, cumplió un rol fundamental en la denominada Guerra del Pacífico, la que dio origen a la pérdida de la salida al mar de Bolivia y que hoy tiene a Chile enfrentando un juicio ante la Corte Internacional de La Haya, el que podría durar hasta cuatro años más.

Gentileza de elmostrador.cl   

lunes, 21 de septiembre de 2015

No en nombre de Allende ni del Socialismo


No en nombre de Allende ni del Socialismo
Pablo Sepúlveda Allende*
Inaceptables y dolorosas son las declaraciones de la Presidenta del Partido Socialista de Chile en contra de la condena de Leopoldo López, dirigente opositor declarado culpable por incitación a la violencia y otros delitos enmarcados en un plan declaradamente sedicioso llamado “La Salida” (1) que condujo a una fuerte ola de violencia callejera de tendencia fascista que duró varios meses y que costó la vida de 43 seres humanos además de millonarias pérdidas materiales. Declaraciones  tan desafortunadas como desinformadas en que la Senadora, hija de Salvador Allende, dice: “no logro entender que un opositor que haga una acción que no tiene ninguna violencia, que manifiesta su opinión crítica a un gobierno pueda ser encarcelado”.  ¿Cómo leer, cómo entender dichas afirmaciones teniendo en cuenta la historia reciente de Chile, su historia personal y nuestra propia historia familiar? Historia que fue marcada justamente por este tipo de violencia desenfrenada y llena de odio.

El condenado dirigente político Leopoldo López hizo un llamado abierto y público, claramente dirigido a la insurrección, “al alzamiento”, a “permanecer en las calles hasta lograr la salida del gobierno”, “hasta que logremos sacar a quienes nos están gobernando”; que como decíamos condujo a unos meses de violencia política que buscaba el derrocamiento de un gobierno legítimo y con gran apoyo ciudadano, como decir que la acción premeditada del sedicioso plan “La Salida” es “una acción que no tiene ninguna violencia”, que solo “manifiesta su opinión crítica a un gobierno”. Peor aún, cómo calificar a López   “preso de conciencia” cuando además de lo referido fue uno de los protagonistas más visibles y violentos de la represión del régimen golpista que derrocó por 48 horas a Hugo Chávez el año 2002. ¿Por qué hacer semejantes y desafortunadas declaraciones, tan reduccionistas, tan desinformadas, tan doble estándar? “A nombre personal” y “como Presidenta del Partido Socialista de Chile” sabiendo perfectamente que quien habla es la hija de Salvador Allende. ¿Por qué hablar de Leopoldo López y callar sobre los múltiples crímenes y atrocidades que se cometen a diario en nombre de la supuesta lucha antiterrorista, la democracia y la libertad?

Creo que hay respuestas más de fondo y  que tienen que ver con lo ideológico, sobre conceptos sobre el Socialismo y el Neoliberalismo, etc… pero en este caso sobre todo se evidencia un doble estándar cuando se habla de Democracia y Derechos Humanos, cuando hay una valoración y un juicio condenatorio a priori al hablar de estos temas en los casos de Venezuela y Cuba, y  cuando por otro lado no se dice nada, no se señala, no se condenan, por ejemplo, los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado de Israel contra el Pueblo Palestino, las fosas comunes del Uribismo en Colombia, las torturas en la cárcel de Guantánamo, la terrible desaparición de 43 estudiantes normalistas en México hace un año!…, por qué el silencio ante los Presos Políticos Mapuche, el asedio y represión brutal a las Comunidades Mapuche por parte del gobierno que representa?  O simplemente las guerras genocidas promovidas y auspiciadas por el gobierno de los EEUU en el mundo, etc… ahí no hay denuncias, solo hay silencio.

Por otro lado está lo pragmático de la política, el desviar la atención de los problemas internos; cuando el gobierno de Chile está pasando sus peores momentos en términos de legitimidad ante la ciudadanía, cuando la clase política está valorada de forma tan negativa, cuando los escándalos de la corrupción estructural de la política en Chile (si, de ese Chile supuestamente tan incorruptible)  salen a la luz. La llamamos corrupción estructural e inmoral (y de cierta forma hasta “legalizada” en la actual Constitución heredada de Pinochet), porque ahora se sabe hasta qué niveles se ha prostituido la política ante el poder económico de las grandes empresas, de las familias más poderosas,  de las grandes fortunas económicas que financian las campañas de los políticos en todos los niveles y en casi todos los sectores y casi a todos los partidos políticos.

Pero lo peor y más inmoral, es cuando empresas expoliadas y enajenadas al Estado chileno durante la dictadura pinochetista, empresas estratégicas que fueron entregadas, por ejemplo al entonces yerno de Augusto Pinochet, Julio Ponce Lerou, y quien a través de la empresa Sociedad Química Minera de Chile (SOQUIMICH) aparece entregando millonarias sumas de dinero a campañas de políticos de los partidos del actual gobierno,  incluyendo gente del Partido Socialista, el mismo partido que fundara Salvador Allende, gente como el senador Fulvio Rossi (que incluso se entrevistó con Enrique Capriles en su última visita a Chile) quien ha sido llamado a declarar por boletas facturadas a la empresa controlada por el ex yerno de Augusto Pinochet; asimismo con Milton Lee Guerrero, ex tesorero del Partido Socialista. Por otro lado esta gente como Enrique Correa, importante dirigente político durante el Gobierno de la Unidad Popular y que ahora es importante lobbysta de la Consultora Imaginacción que le ha hecho asesorías a SOQUIMICH, al grupo Penta y al grupo Luksic, todos grupos económicos financistas de la política chilena y que además en absoluta incoherencia ideológica y ética, es Vice-Presidente de la Fundación Salvador Allende….

Por último, no se puede dejar de comentar sobre las declaraciones de Felipe González, para quien “Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que Maduro”, opiniones como estas son un real insulto a los derechos humanos y a la historia, un insulto a las millones de víctimas de las dictaduras latinoamericanas. Estas declaraciones se enmarcan en la misma campaña internacional contra Venezuela, de la cual desafortunadamente se ha hecho eco la senadora Isabel Allende. Esto no es casualidad porque el señor Felipe González y el PSOE son el  referente ideológico del Partido Socialista de Chile de pos-dictadura. Cabe preguntarle a la dirección del Partido Socialista de Chile, que sufrió en carne propia los horrores y las atrocidades de la dictadura pinochetista, si está de acuerdo con que semejante camaleón político, que con estas declaraciones mostró sin vergüenza su falta total de ética, siga siendo su mentor político.

 (1) El plan ‘La Salida’ derivo directamente en las protestas violentas, las llamadas “guarimbas”, que azotaron viarias ciudades de Venezuela durante más de dos meses donde el odio político se apodero de sectores importantes de la oposición, solo con mencionar que en muchos sectores sociales donde se realizaban las ‘guarimbas’, en postes y semáforos se colgaban del cuello a muñecos vestidos de rojo, en alusión a los simpatizantes del chavismo, también hubo mucho hostigamiento y amenaza a las familias que reconocían como simpatizantes del gobierno en los sectores donde predomina la oposición y donde se realizaban las ‘guarimbas’, por lo demás sectores siempre de clase media alta o alta.

*Pablo Sepúlveda Allende es médico y es nieto del Presidente Salvador Allende.
catedralibreallende@gmail.com 

viernes, 11 de septiembre de 2015

Allende, yo no me rendiré


“ALLENDE. YO NO ME RENDIRE” La investigación histórica y forense que descarta el suicidio
De Luis Ravanal Zepeda / Francisco Marín Castro

El libro es una investigación histórico-forense que afirma que la muerte del Presidente Salvador Allende no ocurrió producto de un suicidio sino de un asesinato, luego del enfrentamiento.
La obra escrita e investigada por el sociólogo y corresponsal de prensa Francisco Marín y por el especialista en medicina forense Luis Ravanal.

La investigación está nutrida de una vasta documentación y testimonios que demuestran las irregularidades que ha habido en torno al esclarecimiento de la muerte del Presidente Salvador Allende Gossens, incluida una orden que habría dado el juez Mario Carroza al perito de la Policía de Investigaciones (PDI) Leonel Liberona Tobar, de modificar su primer informe forense realizado en mayo de 2011, cuatro días después de exhumar el cuerpo del ex mandatario socialista.

El relato del libro se adentra en una versión de un episodio fundamental de la historia chilena que podría dar un vuelco en la manera en que se ha construido una versión de la “verdad” que durante cuatro décadas no ha dado pie para ser cuestionada.

La lectura de ‘Allende: Yo no me rendiré’ permite concluir que al mandatario se le propinó, el día del golpe cívico militar, “un disparo en la frente percutido a corta distancia, con arma de bajo calibre y que, acto seguido, para simular un suicidio, se le dio un tiro de fusil en la barbilla”, según afirma Francisco Marín, uno de los autores.

De acuerdo con el texto, que cuenta con variados testimonios concordantes con la evidencia forense, se apunta hacia el general Javier Palacios como autor de ese “tiro de gracia”, que se habría perpetrado cuando Salvador Allende Gossens agonizaba, según testimonió el propio sobrino del oficial, Dagoberto Palacios.

Estos y otros antecedentes fueron desechados por la justicia chilena, la cual terminó validando la versión de la Junta Militar que siempre sostuvo que Allende se suicidó y que asegura que no hubo combates al interior de La Moneda. Todo ello, en circunstancias que incluso un documental (Más fuerte que el fuego; RDA; 1976) muestra a militares sacando muertos de La Moneda, el día del golpe cívico militar.

La primera edición de este libro, en 2013, logró que sus fundamentos fueran acogidos por el ministro de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch, quien ejerció un voto de minoría en el fallo que cerró esta causa en enero de 2014. Éste validó lo planteado por los autores del estudio en atención a que “Allende recibió en su cabeza dos disparos con armas distintas”, postura que respalda la posición de investigar más en profundidad las evidencias opuestas en este tema.

El doctor Luis Ravanal recibió, en octubre de 2014 junto a dos de sus colegas, el máximo galardón entregado en el Congreso Mundial de Medicina Forense, que se realizó en Seúl, Corea del Sur, fundamentalmente por la solidez de su argumentación en el caso Allende.

catedralibreallende@gmail.com