lunes, 28 de noviembre de 2016

Gracias Fidel


Fidel y Allende en Magallanes (11/1971)
Sentados: Fidel Castro, S. Allende, H. Donoso, V. Teitelboim. De pie: J. Cárcamo B., V. Mimica (11/1971)


Gracias Fidel
Por mostrarnos con tu ejemplo, y el de tu pueblo, que David puede vencer a Goliat, no una, sino mil veces.
Por demostrarnos que lo imposible es posible, “siete veces siete”.
Por amar sin fronteras.
Por ser el comandante eterno y estar junto a nosotros.
Por tu ejemplo de dignidad, frente a otros que simulan angustia, cobardes vendepatrias mercaderes del imperio.
Por magnificar a tu pueblo con Salud, Educación y Dignidad, y a su vez exportándolos a otros territorios más allá de las fronteras ideológicas, mientras algunos hacen apología al etnocidio y exportan xenofobia.
Por extender la Igualdad y la Paz entre los seres humanos reconociéndonos cada vez más hermanos, en un mundo que nos quiere más extraños con murallas que dividen.
Por escandalizarte frente a la riqueza de unos pocos que condenan a la miseria a la sociedad entera.
Por ser la voz de los que no tienen voz y el refugio de los condenados de la tierra. Por alzar tu brazo libertario y decir ¡Basta!
Por denunciar la mentira institucionalizada anteponiendo la razón de las ideas.
Por ser el comandante eterno de los pueblos explotados del mundo
Por entender que la defensa de la Vida va más allá de nuestra frontera y hacernos comprender que el enfrentamiento a la cultura de la muerte y de la mentira es universal.
Por ser el Comandante e hijo de la Revolución.
Señalabas: “este continente tiene en su vientre una criatura que se llama Revolución, que viene en camino y que inexorablemente, por ley biológica, por ley social, por ley de la historia tiene que nacer. Y nacerá de una forma o de otra. El parto será institucional, en un hospital o será en una casa. Serán ilustres médicos o será la partera quien recoja la criatura. Pero de todas maneras, habrá parto”. Aquí estamos junto a ti, Fidel: los hijos, nietos, bisnietos y tátaranietos de la revolución y los que vendrán...
Salvador
catedralibreallende@gmail.com

domingo, 27 de noviembre de 2016

¿Pueden acaso morir las revoluciones?

¿Pueden acaso morir las revoluciones? Javier Tolcachier

A horas apenas de haberse firmado la paz entre la guerrilla más antigua de la región y el gobierno colombiano, casi como un símbolo del cierre de un gran ciclo de insurgencias armadas en la historia latinoamericana, se despidió del escenario uno de sus principales protagonistas, el comandante Fidel Castro Ruz.

Pero no se puede hablar de Fidel sin hablar de su amada Cuba, de siglos de expolio colonial, de zafras, ingenios y trapiches, de tabacales y azotes, de generaciones de esclavos, de vergonzosos hacendados enriquecidos a costa del sufrimiento, del esfuerzo y del dolor de otros.

Por eso, hablar de Fidel es contar la independencia, es recordar a Céspedes (padre), a Maceo, a García, a Gómez y cientos más, pero sobre todo es, una y otra vez, rememorar la inmensa influencia del gran poeta y revolucionario José Martí, cuyos versos “de un verde claro y de un carmín encendido” hicieron restallar el corazón de quienes, a cien años de su nacimiento, se dieron a la gesta histórica de derrumbar la tiranía de Fulgencio Batista y desatar los nudos de plomo de la dominación gringa.

Porque hablar de Fidel, es ante todo decir Moncada, es decir Granma y Sierra Maestra, es hablar del Che, de Camilo, de Raúl, de Frank y tantos otros, es rememorar el 8 de Enero y la entrada en La Habana de la Revolución.

Hablar de Fidel, es también hablar de altivez y osadía, es admirar la valentía de quienes, a ínfima distancia de las garras opresoras del águila yanqui, tuvieron que soportar vejaciones, invasiones, atentados, conspiraciones y un bloqueo casi tan antiguo como la revolución, cuyo propósito no fue ni es otro que intentar extinguir la llama de la libertad en la isla. Porque no es posible hablar de la revolución cubana si no se habla de asedio y de un mundo dividido y en guerra.

Porque hablar de libertad en Cuba no es vivir en Miami y llenarse la boca de diatribas y el bolsillo de billetes, sino reconocer, ante todo, una obra de humanización en y ante la adversidad. Alfabetizado por completo a un pueblo en el que cinco de seis eran iletrados, liberándolo de la malnutrición y ostentando hoy el índice más bajo de mortalidad infantil de la región. Hablar de libertad es contar con educación y medicina de avanzada y es ayudar a liberar a otros.

Porque hablar de Fidel es también recordar el apoyo solidario de la revolución cubana a los movimientos de liberación en África, es hablar de Angola, Etiopía, Congo, Guinea Bissau, Namibia y Mozambique, es hablar de devolver dignidad a los usurpados, a los esclavizados y maltratados. Y también, es devolver la vista a miles de pobres, es combatir epidemias en África, es prestar ayuda médica en más de cien naciones del planeta. Hacer libertad – y no tan sólo hablar – es dar ejemplo de compartir aquello que se tiene para favorecer a otros pueblos. Fidel y Cuba han globalizado la solidaridad y no el despojo y la depredación.

Y decir Fidel, es también recordar cómo una enorme cantidad de jóvenes se sintió llamada a luchar por los derechos de las mayorías con la palabra, con la organización, con la protesta y la demanda popular – y, ante la persecución, la proscripción y la violencia infinita de tiránicos sátrapas – vio a partir del éxito de la revolución cubana como única posibilidad el camino heroico y trágico de la sublevación armada.

La represión de aquella oleada de rebeldía trajo infinitos dolores pero también dio a luz esperanzas y triunfos, marejada revolucionaria que animó las mejores aspiraciones del gobierno socialista de Allende y la victoria sandinista en Nicaragua, que continúa hoy viva en la Venezuela de Chávez y Maduro, en el gobierno del FMLN salvadoreño, en la Bolivia de Evo, que ha bañado con su oleaje transformador las playas de la memoria de los actores de la Revolución Ciudadana en Ecuador, los gobiernos del PT en Brasil, las mejores aristas de la argentina kirchnerista y del Frente Amplio uruguayo, que ha impulsado los breves intentos de romper el cerco en Honduras y Paraguay y que continuará viviendo, con distintos matices, en la conciencia libertaria de millones de latinoamericanos que saben que otro estilo de vida y de organización social son necesarios, imprescindibles y sobre todo, posibles.

Hablar de Fidel es hablar de soberanía y hablar de integración regional, de resistencia y de acción frente a la injusticia, es hablar de cambio y de rebeldía frente a la violencia del sistema y la aparente determinación de lo dado. Se pueden decir muchas más cosas, pero hablar de Fidel es, sobre todo, hablar de revolución.


Y dicen que ha muerto Fidel, cosa que es sencillamente imposible. Porque, ¿pueden acaso morir las revoluciones?    

catedralibreallende@gmail.com

viernes, 4 de noviembre de 2016

46 años de la llegada a la presidencia de Salvador Allende


ALLENDE PRESIDENTE
El 3 de noviembre de 1970, Salvador Allende asumió la Presidencia de la República de Chile, luego que el Congreso Pleno lo ratificara el 24 de octubre de ese mismo año. En el Congreso Nacional fue investido con la banda presidencial, alrededor de las 11 de la mañana.
Al día siguiente, fue ovacionado por una multitud en el Estadio Nacional, donde se celebraba la asunción al poder por parte del pueblo.
Allende logró el mayor éxito económico y social de la historia chilena, conozca su legado a continuación:

Reforma Agraria 

Salvador Allende fue quien profundizó el proceso de reforma agraria del antiguo gobierno (Frei Montalva), utilizando los instrumentos legales para expropiar todos los latifundios y traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Entre 1971 y 1973 se expropiaron 4 mil 400 predios agrícolas, cuatro veces más que el gobierno anterior, otorgando poder a más de 200 mil campesinos. El viejo orden latifundista que había prevalecido por más de 400 años había llegado a su fin.
CAMPESINOS Y LA REFORMA AGRARIA

Allende presentó un proyecto de ley indígena, el primero en su tipo elaborado por las propias comunidades de base. Allende lo tomó en sus manos y dijo: “Lo hago mío y lo voy a presentar al Parlamento”.

Allende ordenó trasladar el Ministerio de Agricultura a Temuco, para que se aplicara la ley de reforma agraria en todos los predios expropiados y si había tierra que había sido usurpada a las comunidades se les devolvieran antes de proceder a su redistribución. Se logró recuperar alrededor de 150 mil hectáreas de tierras por la vía de la reforma agraria que no estaban destinadas a los mapuches.

La recuperación del Cobre

El primer paso del gobierno de Salvador Allende hacia la independencia económica con el exterior fue la nacionalización del cobre, constituyendo así el “sueldo de Chile”. El proceso se realizó mediante reforma constitucional aprobada unánimemente por el Congreso Nacional el 11 de julio de 1971, que fijaba la expropiación de los derechos de las empresas Anaconda Company y Kennecott Copper Corporation, así como las minas de Chuquicamata, El Salvador y El Teniente. 
El pago y procedimiento de indemnizaciones a las corporaciones ocasionaron conflictos en las relaciones con Estados Unidos, puesto que contravenía el acuerdo establecido en el mandato de Frei, según el cual el Estado chileno adquiriría progresivamente el porcentaje restante de las acciones de la gran minería del cobre y mientras tanto, y por un período de once años, ésta debería permanecer bajo la administración de las empresas norteamericanas.
El Dato: Entre 1970 y 1973, también se nacionalizó el salitre, el carbón y se estatizó la banca.
La nacionalización del cobre es considerado el mayor éxito económico de la historia chilena, obra del Presidente Allende, gracias a esta política soberana todos los gobiernos, incluso la dictadura que le siguió pudieron contar con los recursos que jamás hubieran tenido si Allende no hubiera nacionalizado este mineral.

Nacionalización del cobre tocó intereses estadounidenses 

El Gobierno anterior a Allende, encabezado por el demócrata cristiano Eduardo Frei, comenzó con un proceso denominado chilenización del cobre, pero en realidad lo que hizo fue comprar más del 50 por ciento de las minas de este mineral estratégico, pagándolas a precios muy superiores a su costo real. 
Logró estabilizar tal desfalco con sólo la nacionalización de todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales de compañías estadounidenses, tales como: Anaconda y Kennecott. 
Allende decidió no otorgar indemnización a estas empresas mineras norteamericanas, debido a que las dos compañías habían ganado en 15 años una ganancia excesiva de 80 mil millones de dólares explotando el cobre chileno. 
El Dato→  Chile se caracteriza por su alta producción de mineral de cobre, considerado el mejor del mundo, con un volumen de producción que destaca entre las grandes potencias.
Pronto, esta decisión de Allende tocaría los intereses norteamericanos y aceleraría un plan fraguado en Washington a finales de 1969, cuando tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en una casa clandestina y buscaron cómo frenarlo.

Allí, el entonces agregado aéreo de la misión militar de Chile en Estados Unidos, el coronel Gerardo López Angulo y el Director de la escuela de Aviación Militar de Chile, general Toro Mazote, no sólo degustaban exóticos platos, sino que hablaban de las elecciones presidenciales de septiembre de 1970 y de cómo podrían tumbar a Allende si este resultara electo Presidente.
Mientras uno de los camaradas del ejército presente en la cena preguntó a modo de juego qué pasaría si el izquierdista Allende gana; el general Toro Mazote respondió: "Tomaremos el palacio Moneda en media hora, aunque tengamos que incendiarlo". Y en efecto, así pasó cuatro años después.

Las reformas de Allende provocaron el Golpe

Las reformas provocaron una oposición que se desarrollaba tanto al interior del país como en el ámbito internacional, en particular EE.UU., que utilizó todos los recursos disponibles para poner fin el gobierno allendista.
El imperio norteamericano promovió y financió a la oposición chilena que, a su vez, impulsaba acciones de desestabilización como paros de transporte y huelgas generales. En el informe “Actividades de la CIA en Chile”, se puede leer: “La CIA también suministró ayuda a grupos militantes de extrema derecha para debilitar al Presidente y generar una atmósfera de tensión”.
Un agudo clima de polarización en el país suramericano y los desequilibrios económicos presentes fueron la excusa para que las fuerzas armadas chilenas, bajo el comando de Augusto Pinochet, se alzaran en un violento golpe de Estado, tres años después de iniciar la administración de Allende.
El mandatario se mantuvo en su cargo hasta el 11 de septiembre de 1973, día en que fue asesinado en el Palacio de la Moneda. El fin de su Gobierno significó la instauración de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina que duró casi 17 años.

La justa distribución de la riqueza    

La Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) llevó a cabo la estatización, que contemplaba la adquisición de las acciones y la intervención de bancos e instituciones financieras, bajo la tutela del Banco Central, de la propia Corfo y de la Dirección de Presupuesto, organismos que destinaron su atención a los programas del área social.

- El Banco del Estado trabajó en los créditos agropecuarios.

- El gobierno de Salvador Allende para finales del año 1971, controlaba el 95 por ciento de las colocaciones y de los depósitos bancarios.

- La reforma agraria había expropiado alrededor de 10 millones de hectáreas, lo cual se traduce a casi la mitad de toda la tierra agrícola del país.  

FRAGMENTOS DEL DISCURSO DE SALVADOR ALLENDE EL 5 DE NOVIEMBRE DE 1970
“Dijo el pueblo: Venceremos, y vencimos.
Aquí estamos hoy, compañeros, para conmemorar el comienzo de nuestro triunfo. Pero alguien más vence hoy con nosotros. Están aquí Lautaro y Caupolicán, hermanados en la distancia de Cuauhtémoc y Tupac Amaru……
Hoy, aquí con nosotros, por fin, vencen las víctimas de la población José María Caro; aquí con nosotros, vencen los muertos de El Salvador y Puerto Montt, cuya tragedia atestigua por qué y para qué hemos llegado al poder.
De los trabajadores es la victoria.
Del pueblo sufrido, que soportó por siglo y medio, bajo el nombre de Independencia, la explotación de una clase dominante incapaz de asegurar el progreso, y de hecho, desentendida de él. La verdad, lo sabemos todos, es que el atraso, la ignorancia, el hambre de nuestro pueblo y de todos los pueblos del Tercer Mundo, existen y persisten porque resultan lucrativos para unos poco privilegiados.

Pero ha llegado por fin el día de decir basta. ¡Basta a la explotación económica! ¡Basta a la desigualdad social! ¡Basta a la opresión política!
………Acabaremos con los monopolios, que entregan a unas pocas docenas de familias el control de la economía.
Acabaremos con un sistema fiscal puesto al servicio del lucro, y que siempre ha gravado más a los pobres que a los ricos; que ha concentrado el ahorro nacional en manos de los banqueros y su apetito de enriquecimiento.
Vamos a nacionalizar el crédito para ponerlo al servicio de la prosperidad nacional y popular.
Acabaremos con los latifundios, que siguen condenando a miles de campesinos a la sumisión, a la miseria, impidiendo que el país obtenga de sus tierras todos los alimentos que necesitamos. Una auténtica reforma agraria hará esto posible. Terminaremos con el proceso de desnacionalización, cada vez mayor, de nuestras industrias y fuentes de trabajo, que nos somete a la explotación foránea…….
Como culminación del desarrollo de la conciencia del pueblo, surgirá espontáneamente el trabajo voluntario, el que ya ha sido propuesto por la juventud.
Con razón escriben en las murallas de París: «La revolución se hace primero en las personas y después en las cosas».
Justamente, en esta ocasión solemne, quiero hablar a los jóvenes: No seré yo, como rebelde estudiante del pasado, quien critique su impaciencia, pero tengo la obligación de llamarlos a serena reflexión.
Tienen ustedes la hermosa edad en que el vigor físico y mental hacen posible prácticamente cualquier empresa.
Tienen por eso el deber de dar impulso a nuestro avance. Conviertan el anhelo en más trabajo.
Conviertan la esperanza en más esfuerzo.
Conviertan el impulso en realidad concreta.
Miles y miles de jóvenes reclamaron un lugar en la lucha social. Ya lo tienen. Ha llegado el momento de que todos los jóvenes se incorporen.
A los que aún están marginados de este proceso les digo: vengan, hay un lugar para cada uno en la construcción de la nueva sociedad…….
Soy un hombre de América Latina, que me confundo con los demás habitantes del continente, en los problemas, en los anhelos y en las inquietudes comunes. Por eso en esta hora, entrego mi saludo de gobernante a los hermanos latinoamericanos esperanzado en que algún día el mandato de nuestros próceres se cumpla y tengamos una sola y gran voz continental......
Y ALLENDE DIRIGIÉNDOSE A LAS DELEGACIONES EXTRANJERAS DICE: A ustedes, que han visitado nuestras poblaciones marginales -las callampas- y han podido observar cómo se puede degradar la vida a un nivel infrahumano en una tierra fecunda y llena de riquezas potenciales, habrán recordado la reflexión de Lincoln: «Este país no puede ser mitad esclavo y mitad libre».
A ustedes, que han escuchado cómo la Unidad Popular llevará a cabo el programa respaldado por nuestro pueblo. A ustedes formulo una petición: lleven a sus patrias esa imagen del Chile que es, y está segura esperanza del Chile que será. Digan que aquí la historia experimenta un nuevo giro. Que aquí un pueblo entero alcanzó a tomar en sus manos la dirección de su destino para caminar por la vía democrática hacia el socialismo.
Fuente: Telesur y discurso de Allende en el Estadio Nacional el 5 de noviembre
catedralibreallende@gmail.com