Juan
Pablo Cárdenas
(radio U. de Chile)
La
historia es una expresión constante de causas y efectos, por lo que cada etapa
de la evolución del mundo se explica en la realidad anterior. Sin embargo, es
incuestionable que hay situaciones que resultan de fenómenos fortuitos, entre
éstos la irrupción de liderazgos personales que, para bien o para mal, le
señalan un curso difícil de predecir al futuro. Para Albert Einstein, “la
coincidencia es la forma en que Dios permanece anónimo” en la evolución del
cosmos; así como para William Faulkner “el pasado nunca está muerto o
enterrado”. La irrupción funesta de un Hitler o un Stalin no se deriva
solamente de sus meras circunstancias. Del mismo modo que líderes del tamaño
moral de Mandela superan con creces lo que podía ser predecible de épocas tales
como la del Apartheid sudafricano. El Golpe Militar de 1973, obviamente tiene
sustrato en la profunda crisis política que vivía entonces nuestro país, como
en el quiebre profundo de nuestra convivencia, a raíz de los cambios
económicos, sociales y culturales demandados mayoritariamente, así como por la
resistencia y desconfianza que éstos les produjeron a parte de la población.
Sin
duda que la ruptura institucional fue alimentada por el voluntarismo y los
errores de los gobernantes, así como por falta de tolerancia de sus oponentes.
Pero el brutal asalto a La Moneda, el magnicidio y los horrores que siguieron
más bien se explican en el apoyo que los golpistas recibieron de los Estados
Unidos, como en la formación criminal de los oficiales que conspiraron y se hicieron
del poder. Lo sucedido hace 40 años es producto, también, de la débil o nula
convicción democrática y republicana de la derecha y del gran empresariado
chileno que, más que “cómplices pasivos”, fueron activos condescendientes del
régimen de terrorismo de estado que se impuso en Chile por 17 años, y que
todavía mantiene cifras de adhesión que nos sonrojan como nación ante el mundo
libre. En una conferencia pronunciada poco más de una década, el propio
historiador Gonzalo Vial reconoció que los valores de la democracia nunca
fueron plenamente asumidos por la derecha chilena, a no ser que el voto popular
la favoreciera o estuviera determinado por el cohecho.
En
nuestra secuencia histórica de caudillos y cuartelazos militares, tan sólo los
cuatro intentos electorales de Salvador Allende por llegar a La Moneda avalan
su consecuencia democrática, su disposición a perder los comicios una y otra
vez sin vacilar un instante de que su “vía chilena al socialismo” debía estar
legitimada por la mayoría ciudadana. Tentado y criticado muchas veces por
quienes pensaban en el camino de las armas y la revolución social, Allende
prefirió respetar la Constitución y las leyes vigentes y hasta llegó a aceptar
que se le impusiera un arbitrario y ofensivo Estatuto de Garantías Constitucionales
por quienes, desde antes de que se ciñera la banda presidencial, ya estaban
juramentados para derrocarlo.
En
efecto, el Golpe de Estado posiblemente no hubiera prosperado sin la acción
desestabilizadora y subversiva de las bandas militares de Patria y Libertad y
del Partido Nacional. Como tampoco si la cúpula de la Democracia Cristiana no
hubiera alineado a esta colectividad con la estrategia de los conspiradores.
Qué duda cabe que todo el tiempo en que Patricio Aylwin y otros voceros demócrata
cristianos justificaron el alzamiento militar y permanecieron impertérritos
ante la realidad de los campos de concentración, los detenidos desaparecidos,
el exilio y la tortura los convierte en activos responsables, también, de lo
sucedido. De la misma forma que los integrantes de la Corte Suprema y los
jueces abyectos, que respaldaron entusiastamente el Golpe, ungieron al Tirano y
desestimaron el clamor de justicia de miles de víctimas que buscaban
afanosamente el paradero de sus familiares, que cesaran las ejecuciones
sumarias y constataran la tortura sistemática.
Cómo
no reconocer que la Dictadura hubiera tenido cualquier otro perfil si en último
momento no se hubiera impuesto Pinochet en la jefatura de la Junta de Gobierno
y si él mismo no hubiera discurrido reclutar a los oficiales más sanguinarios
para institucionalizar la Dina y sus brigadas de la muerte. Tampoco hubiera
sido todo como fue si los militares no hubieran contado con ese séquito de
civiles que le dieron diseño y ejecución al modelo económico que el régimen de
facto nos legó, cuanto a una Constitución espuria en su origen y contenido que
la Pos Dictadura ha seguido administrando por más de 23 años con algunos
mínimos retoques. De las situaciones más cínicas advertidas de este tiempo es
la declaración de ex ministros, subsecretarios y otros colaboradores de
confianza de Pinochet que dicen no haber advertido nunca el genocidio, que
jamás percibieron las denuncias hechas en su mismo momento por las revistas,
diarios y radios disidentes, cuyos periodistas tuvieron que someterse a los
tribunales y jueces serviles que los procesaban y hostigaban.
A
40 años del Golpe Militar se desnuda la impostura de quienes, vociferando su
calidad de demócratas, respaldaron la asonada más terrible de nuestra historia
contra nuestro Estado de Derecho y la decisión soberana del pueblo. La
hipocresía de aquellos políticos que se han quedado a años luz de distancia del
ejemplo republicano de Allende, su coraje y fidelidad con un ideario
consolidado en décadas de impecable trayectoria política y ética. Ideas, por lo
demás, que hoy vuelven a prender en la voluntad de los jóvenes y trabajadores
que claman justicia social y equidad a lo largo de todo el país. Luego de que
los sucesores del Dictador se dejaran encantar por los disparates neoliberales,
la política cupular, resignándose, además, al tutelaje militar.
La
consecuencia y la lealtad de Allende son un ejemplo, también, para quienes
padecieron entonces del “infantilismo revolucionario”, quienes llegaron incluso
a acusar de burgués y socialdemócrata al extinto Mandatario. Un tapabocas para
aquellos jacobinos de entonces hoy devenidos en prósperos “emprendedores” y/o
mediáticos columnistas acogidos, cual hijos pródigos, por El Mercurio y las
entidades patronales. Un mentís contra de aquellos que ya estaban asilados en
las embajadas antes que el cuerpo de Allende alcanzara a enfriarse, para
después vivir el exilio dorado que favoreció a los más conspicuos y rabiosos
dirigentes de la izquierda. Los mismos que enseguida llegaron oportunamente a
tomarse los partidos y administrar la transición de consuno con los que antes
habían vituperado. Para ponerse a medrar, finalmente, de los recursos fiscales
y del sistema electoral binominal.
Y,
como corolario, acabar pidiendo disculpándose por sus “pecados de juventud” y
no por su manifiesta traición, cobardía y oportunismo. En vez de pedir perdón
por sus compañeros y camaradas que instaron a la confrontación, murieron por
ellos o fueron humillados en su dignidad , cuanto segregados en estos últimos
24 años de posdictadura y nuevas iniquidades.
Invitación:
A 40 años del golpe criminal en Chile, el Observatorio Política Latinoamericana, Iealc, Sociales, de la Universidad de Buenos Aires, y el diario Tiempo Argentino organizan la conferencia “Balance y perspectivas de la política chilena”.
Participarán de la mesa-debate
- Diego Raus, profesor UBA en América Latina y director de la carrera Ciencia Política y Gobierno Universidad Nacional de Lanús,
- Ricardo Romero, director de la OPL, Iealc, Sociales de la UBA y del Centro de Cultura y Debate Socialista,
- José Cárcamo, profesor de Economía UBA, militante del Partido Socialista de Chile y
- Wenceslao Rodríguez, estudiante de sociología e integrante de la Cátedra Libre Salvador Allende.
La coordinación estará a cargo del editor de la sección “Mundo” de Tiempo Argentino, Alberto López Girondo.
La cita es el miércoles 11 de septiembre de 2013 a las 21 horas en el Auditorio Aula 100 de la facultad de Ciencias Sociales - Marcelo T. de Alvear 2230.
A 40 años del golpe criminal en Chile, el Observatorio Política Latinoamericana, Iealc, Sociales, de la Universidad de Buenos Aires, y el diario Tiempo Argentino organizan la conferencia “Balance y perspectivas de la política chilena”.
Participarán de la mesa-debate
- Diego Raus, profesor UBA en América Latina y director de la carrera Ciencia Política y Gobierno Universidad Nacional de Lanús,
- Ricardo Romero, director de la OPL, Iealc, Sociales de la UBA y del Centro de Cultura y Debate Socialista,
- José Cárcamo, profesor de Economía UBA, militante del Partido Socialista de Chile y
- Wenceslao Rodríguez, estudiante de sociología e integrante de la Cátedra Libre Salvador Allende.
La coordinación estará a cargo del editor de la sección “Mundo” de Tiempo Argentino, Alberto López Girondo.
La cita es el miércoles 11 de septiembre de 2013 a las 21 horas en el Auditorio Aula 100 de la facultad de Ciencias Sociales - Marcelo T. de Alvear 2230.
catedralibreallende@gmail.com
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