Los
monocultivos incendian Chile
Alfredo Seguel
El incendio ocurrido en Valparaíso es un
claro ejemplo de lo que ocurre en diversos puntos del centro sur de Chile, con
respecto al enorme riesgo que generan los monocultivos de plantaciones
industriales de pinos y eucaliptos (y acacias también, en zonas más centrales).
El puerto está rodeado de estas especies y son causa directa de fuego del que
fueron víctimas miles de habitantes que perdieron todo.
“Uno de los principales factores de
riesgo del sector corresponde a la gran cantidad de plantaciones forestales y
quebradas colindantes, debido a que los incendios de origen forestal avanzan
por las quebradas, que funcionan como verdaderas chimeneas, hasta llegar a
zonas urbanas”, señala el diario electrónico El Desconcierto, que agrega: “Cada
año vemos cómo, principalmente en las regiones centrales de Chile, cientos de
incendios forestales consumen miles de hectáreas de plantaciones y bosques, y
en ocasiones la vida y hogares de personas. Esta vez, el foco del incendio que
arrasó brutalmente los cerros de Valparaíso se encuentra rodeado por las
plantaciones forestales pertenecientes a la empresa Forestal Valparaíso S.A”.
El Estado chileno, junto a empresas
ligadas al negocio de la madera, son responsables de los mega incendios que
ocurren en este tiempo en Chile. En primer lugar, porque introdujeron en los
diversos territorios especies exóticas como el pino y los eucaliptos, que secan
las tierras, succionan las napas subterráneas y generan verdaderos desiertos
donde, sumado a las temperaturas y la resequedad de sus estructuras,
principalmente de los pinos, se vuelven un peligro constante para focos de
incendio.
No es casualidad que casi la totalidad
de los siniestros surjan en medio de plantaciones forestales de pinos y
eucaliptus. Monocultivos de una misma especie, plantados a una razón de mil 600
árboles aproximados por hectárea, extraen enormes cantidades de agua, y secan y
erosionan el suelo como consecuencia de la destrucción y desplazamiento total o
parcial del bioma original de pradera, bosques y/o montes destinados a la
extracción forestal. Esto a la larga se traduce en la disminución de las napas
freáticas –producto de las diferencias en la masa de follaje sobre la tierra,
el sistema radicular, la tasa de crecimiento, el consumo de nutrientes, las
relaciones e intercambios con la atmósfera y la alteración de los ciclos de
nutrientes, de energía, de carbono y de agua–, y deja a su paso un rastro de problemas
sociales, como el deterioro de suelos agrícolas contiguos, la emigración rural,
conflictos por tierras y aguas (por lo general antiguamente utilizadas por el
pueblo mapuche en el centro sur de Chile), empleos de mala calidad y cuestiones
ambientales, como la erosión y contaminación de suelos, pérdida de
biodiversidad, fragmentación de ecosistemas y deterioro del paisaje, entre
otros.
El Desconcierto agrega que “además,
especies como el pino segregan trementina, una sustancia inflamable que con la
exposición al calor puede propagar o iniciar incendios. Se suman a esta
situación los nulos resguardos, tales como cortafuegos con dimensiones acordes
a la realidad nacional, donde cerca de 2.9 millones de hectáreas de
plantaciones forestales se encuentran entre la región de Valparaíso y la
Araucanía, donde un 68 por ciento corresponde a monocultivos de la especie pino
(Pinus radiata) y 23 por ciento a eucalipto (Eucalyptus spp.). En Canadá, país
forestal por tradición, los cortafuegos miden 1.6 kilómetros de ancho, mientras
que en Chile se confunden con las vías de saca (caminos utilizados para sacar
los troncos talados en camiones)”.
Existe una ofensiva de sectores de la
industria forestal y políticos por aumentar las plantaciones, que superan las 3
millones de hectáreas, y pretenden doblarlo contra todo sentido común. Cabe
recordar que en la temporada estival del 2012 se desataron diversos incendios
sobre miles de hectáreas entre las regiones del Bio Bio y la Araucanía, actos
criminales cuyos responsables son las empresas y el Estado chileno. Esto tuvo
como consecuencia la muerte de siete brigadistas de la empresa Forestal Mininco
en la zona de Carahue, cerca de 250 casas destruidas en diversas zonas, un
hombre muerto por negarse a una evacuación, entre varias otras, mientras los
empresarios y el gobierno de turno intentaron culpar a móviles mapuche.
Valparaíso,
rodeado de inflamables plantaciones
Valparaíso está rodeado de estas
plantaciones, que colindan con sus cerros y poblaciones. El riesgo sigue. Mary
T. Kalin Arroyo, premio nacional de Ciencias 2010 y directora del Instituto de
Ecología y Biodiversidad (IEB) de la Universidad de Chile, publicó
recientemente en el diario La Tercera: “Un aspecto poco mencionado (con
respecto al incendio en el puerto) es la composición de la vegetación natural
de las colinas de Valparaíso, que es el típico matorral chileno, si bien
inflamable, no tanto como especies exóticas (eucaliptos, pino y acacia) que han
sido sembradas en la zona. El Eucalyptus globulus es considerado una de las
plantas más pirofíticas del mundo. Las hojas contienen compuestos volátiles que
localmente producen incendios explosivos. Una vez encendida, la corteza se
desprende, produciendo focos adicionales. Los pinos tienen un alto contenido de
resina en las hojas. La Acacia delata, que es común en Chile central, está
incluida en la lista de plantas más inflamables de Tasmania, de donde es
nativa”.
La académica Kalin Arroyo sostiene que
“similares tragedias se han vivido en California (Estados Unidos), donde
también se encuentra mucho eucalipto, pino y acacia. Por ejemplo, un incendio
en la vecindad de Oakland en 1991 destruyó más de 3 mil casas, con 25 vidas
perdidas. Hoy está en marcha un programa para remover eucaliptos, pinos y
acacias de mil hectáreas, con la idea de reemplazar dichas especies por
especies nativas. El costo del programa es de 5.6 millones de dólares, monto
que evidentemente es mínimo comparado con los 1.5 billones de dólares (1.5 mil
millones) del daño físico causado por el incendio, sin hablar del incalculable
impacto emocional…Hay que sacar lecciones”.
El
autor es periodista y colaborador de Mapuexpress.
catedralibreallende@gmail.com
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