martes, 15 de enero de 2013

Hacia un Parlamento en La Araucanía


Hacia un Parlamento en La Araucanía
Codirector del Observatorio Ciudadano.


Han trascurrido varios días del atentado que costó la vida al matrimonio Luchsinger-Mackay, el que conmocionara a la comunidad regional y al país. Persisten en La Araucanía y regiones aledañas que conforman el territorio ancestral mapuche hechos de violencia física, manifestados en atentados a predios y a una escuela, así como en los allanamientos de comunidades mapuche, detenciones y golpizas en contra de sus integrantes por parte de agentes policiales del Estado. Junto con ello, se han incrementado las situaciones de violencia simbólica, manifestada en las expresiones de dirigentes regionales, e incluso personeros de gobierno, que directa o indirectamente promueven la justicia por vías directas extra institucionales.
No obstante lo anterior, ha ido surgiendo un consenso mayoritario en torno a los hechos ocurridos a sus raíces históricas, así como en relación a los posibles caminos para la superación de la conflictividad hoy existente en La Araucanía.
El primer consenso dice relación a la condena de la violencia como forma de abordar el conflicto interétnico que afecta a mapuche y chilenos, en particular cuando éste tiene como resultado la pérdida de vidas humanas, como ocurriera ahora en el caso del matrimonio Luchsinger-Mackay, así como en el pasado ocurriera en, entre otros casos, los de Alex Lemun, Matías Catrileo, y Jaime Mendoza Collío, quienes también murieron, en hechos de violencia ejercida desde el Estado por la policía de carabineros.
Dicha condena ha provenido no solo desde sectores mayoritarios de la sociedad chilena, sino también de la gran mayoría de los líderes y voceros del pueblo mapuche. No existe, hasta donde se sepa, reivindicación pública del atentado que causara la muerte del matrimonio de agricultores, como una acción válida y conducente. Así el vocero del Consejo de Todas las Tierras, Aucan Huilcaman, ha señalado que “Estamos convencidos que esta situación de conflictividad y violencia no puede continuar… Queremos paz firme y duradera”. El intelectual mapuche, José Marimán (junto al historiador Esteban Valenzuela), ha sido aún más enfático al afirmar que “…a aquellos que ven en la violencia la solución a los problemas, [les recordamos] que no estamos de acuerdo con su premisa”.
Contrariamente a lo sostenido por algunas autoridades —y sus seguidores— que ven en el pueblo mapuche y sus aliados a “enemigos poderosos”, hay una reflexión crítica y autocrítica desde el movimiento mapuche sobre las implicancias adversas del uso de la violencia como mecanismo para el logro de sus demandas, por legítimas que éstas sean, así como para el logro de una convivencia interétnica más justa en la Araucanía y el país. Paradojalmente, es en los sectores conservadores que califican a los mapuche como extremistas y terroristas, en los que se sigue percibiendo un discurso de violencia. Ello se expresa en la retórica de la mano dura, en la aplicación de la Ley Antiterrorista, en la tolerancia al abuso policial, e incluso en la legitimación del uso de armas en “autodefensa” frente al accionar del mundo mapuche.
Se trata, como sabemos, de un discurso que en nada contribuye a la anhelada paz social y que viene a alimentar una espiral de violencia que en días pasados vuelve a cobrar víctimas fatales. Se debe destacar, como una excepción en este sentido, el lucido análisis del diputado Arenas, quien llama a “matar la ilusión de los agricultores y de parte importante del país que creen que la violencia en la Araucanía se soluciona únicamente con mano dura”.
El segundo consenso que en estos días ha emergido en sectores mayoritarios de la sociedad chilena, y por cierto del pueblo mapuche, es en torno a las causas del conflicto interétnico y de la violencia que afecta a La Araucanía. Casi todos los análisis hechos sobre la materia han sido coincidentes en señalar que éstos tienen raíces muy antiguas y profundas, que al Estado cabe gran responsabilidad en su generación, y que de no abordarse teniendo ello presente, será muy difícil que se logre superar la conflictividad y violencia.
En dichos análisis se ha identificado entre las causas más profundas del malestar mapuche y de la conflictividad en el sur del país, el modo —a sangre y fuego— en que el Estado se estableció en la Araucanía, el desposeimiento de las tierras de los mapuches —las que les habían sido respetadas por los gobiernos coloniales hispanos— y la incapacidad del Estado para reconocer las formas de organización y gobierno propio de este pueblo, al cual, como sabemos, se impusieron las leyes y autoridades chilenas sin contemplación alguna.
No son pocos quienes en estos días que se han referido al informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato (CVHNT), conformada por el gobierno de Lagos hace tan solo una década, entre cuyas conclusiones se señalaba:
“Durante quince años se produce un período de mucha violencia. Desde 1866 hasta la fundación de Temuco y el ataque que todas las agrupaciones mapuches hicieran el 5 de noviembre de ese año al fuerte allí establecido, fue un período de continua guerra. Como en todas las guerras hubo mucho sufrimiento y muchos desplazados”. (Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, 2003: 389). La misma Comisión agregaba: “La radicación realizada por el Estado fue un hecho extraordinariamente conflictivo que contribuyó, además, a crear un conflicto que no se ha concluido después de casi un siglo” (Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, 2003: 390).
Lamentablemente, las distintas recomendaciones formuladas por esta Comisión para abordar los problemas en él identificados, las que incluían desde procedimientos para la restitución de tierras de propiedad legal y ancestral mapuche, el reconocimiento a éste y a otros pueblos indígenas de derechos sobre sus recursos naturales, así como de derechos políticos de participación en el Estado y de autonomía —las que se basan en directrices del derecho internacional aplicable a los pueblos indígenas—, nunca fueron implementadas desde el Estado. Ello, hay que señalarlo categóricamente, no es solo responsabilidad del gobierno actual, sino también de los que le antecedieron en el poder.
Tal como declararon en días pasados los obispos católicos, se debe condenar no solo la violencia de ayer y de hoy, sino también “del mismo modo la injusticia que está en la raíz de este histórico conflicto”.
Es efectivo que los sectores más conservadores del país no comparten, al menos en forma explícita, este diagnóstico. Sin embargo, ¿a qué se refería el Presidente Piñera cuando en el contexto del bicentenario reconociera la deuda que Chile tiene con los pueblos originarios al afirmar que “no podemos dejar de reconocer que durante décadas y quizás siglos los chilenos hemos negado a nuestras comunidades de pueblos originarios las oportunidades necesarias para su plena integración a nuestra república?”.
¿A qué se refiere Germán Luchsinger, cuando luego de los trágicos sucesos de Vilcún señala en entrevista a El Mercurio: “Este es un problema del Estado, no es un problema de nuestra familia”?
Estas afirmaciones dan cuenta, aunque sea de manera fragmentaria, que el gobierno actual, e incluso los agricultores de La Araucanía, están conscientes de que la superación de la conflictividad interétnica requiere de una acción decidida del Estado, la que va mucho más allá de los subsidios y los programas asistenciales hasta ahora impulsados hacia el pueblo mapuche, incluyendo por cierto, aquellos promovidos en el pasado por los gobiernos de la Concertación.
Junto al rechazo a esta violencia otro consenso que emerge, con más fuerza que nunca, es el de la identificación del diálogo como el único camino posible para abordar la crítica coyuntura actual. Solo el diálogo intercultural de buena fe entre el pueblo mapuche, el Estado y la sociedad chilena será capaz de revertir la espiral de violencia que hoy se vive en la Araucanía. Resulta paradojal, nuevamente, que la señal más potente en este sentido no venga desde el gobierno, que tiene que velar por el bien común y garantizar la paz social, menos aún de los gremios, sino que por el contrario, que provenga de aquellos a quienes se acusa de intransigentes y violentistas. En efecto, una coalición amplia de líderes políticos, territoriales y tradicionales mapuche han hecho en días pasados un llamado a los órganos del Estado, y a las organizaciones de la sociedad civil, a participar de una cumbre a realizarse en el cerro Ñielol de Temuco el día 16 de enero, ello con el propósito de abordar la crítica situación actual y generar las bases de una “nueva relación” con el Estado chileno.
Tal como lo señalaran las organizaciones convocantes a esta instancia, el diálogo para los mapucheS no es nuevo, sino que ha sido la forma histórica en que se han relacionado con el otro. En efecto, fueron los parlamentos propios de la tradición mapuche, los que permitieron establecer una convivencia de paz y respeto recíproco entre este pueblo y los españoles por más dos siglos. La misma modalidad de relacionamiento fue aceptada y practicada por el Estado chileno durante la primera mitad del siglo XIX, hasta que éste decidiera cambiar su estrategia de paz para ocupar militarmente La Araucanía. Sin los parlamentos, considerados por instancias de la ONU (Relator Especial Martínez, 1999) como tratados entre naciones soberanas con implicancias legales aún vigentes, la historia colonial y republicana sería muy distinta. La relevancia que éstos tuvieron para el logro de una convivencia mayoritariamente pacífica ha sido subrayada por respetados juristas e historiadores (Alamiro de Ávila Martel, 1973: Jorge Pinto, 2000).
No es casualidad entonces que los convocantes a esta cumbre hagan alusión expresa a los parlamentos, retomando esta tradición histórica mapuche, y aspirando a que ella se realice sobre la base del principio de buena fe que los orientó en el pasado, hoy reafirmada como fundamento indispensable del derecho de consulta de los pueblos indígenas por el Convenio 169 de la OIT, ratificado por el Estado chileno.
En la invitación a esta cumbre las organizaciones convocantes sostienen que “los mapuche no vamos a abandonar el diálogo”, agregando “no podemos pasar 130 años sin poder ponernos de acuerdo… tenemos una responsabilidad recíproca”. Es un mensaje muy potente que pensamos el Estado chileno no puede desoír. Lamentablemente las señas que da el Ejecutivo, al anunciar a través de su vocera de gobierno que sus representantes no asistirán a la cumbre dado que el diálogo se estaría dando en otras instancias, haciendo alusión al proceso que se verifica con comunidades legales mapuche de Ercilla en la Araucanía, son muy negativas. Tampoco nos parece constructiva la señal que da el Senado, cuyo Presidente Camilo Escalona convocara para el mismo día de esta importante cumbre la realización de una sesión especial para conocer de la situación que afecta a La Araucanía, sin, además, invitar a ella a representantes del pueblo mapuche.
Son señas que dan cuenta de la incapacidad del Estado de entender y respetar al otro, en este caso, al pueblo mapuche, actitud indispensable para revertir y superar los conflictos históricos y las situaciones de violencia interétnica que tanto dolor siguen provocando en esta parte del país. Es de esperar que las autoridades de Estado invitadas a este trascendental parlamento reconsideren su actitud inicial frente a esta invitación y asistan a él, dando muestras de su disposición a avanzar hacia el establecimiento, a través del diálogo, de una nueva etapa en la relación con el mundo mapuche. ¿Cuántos episodios trágicos como la muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay, o el asesinato del niño Alex Lemun se necesitan para que desde el Estado y la sociedad chilena entendamos, como parece haberlo entendido hoy el pueblo mapuche, que el diálogo (parlamento) de buena fe sobre las raíces del conflicto y sobre nuevas formas de relación entre pueblos diferentes que comparten un mismo territorio, es el único camino posible?
catedralibreallende@gmail.com

domingo, 13 de enero de 2013

La Sala Alberdi resistiendo al desalojo a la cultura en el Centro Cultural San Martín

Síntesis del sábado 12 de enero, con la participación de Javier Calamaro (minuto 6 al 10 del video)
 
¡LIBRE ACCESO AL CENTRO CULTURAL! ¡FUERA PATOTAS DE MACRI Y LOMBARDI!

Actualmente en el sexto piso del CCGSM hay compañeros en condición de "PRESOS CULTURALES"...¿Y el respeto de los Derechos Humanos?
¿Por qué surge la toma el 17 de Agosto del 2010? Básicamente porque las políticas privatistas del Gobierno Porteño fueron avanzando al punto de querer trasladar la Sala bajo la excusa de que no posee la habilitación de Bomberos. Lejos de solucionar el tema como se debe lo que proponen es tirar la Sala abajo y trasladarla. En el 2009 salió la sentencia firma que falló a favor de quienes estaban defendiendo el espacio. Esto significa que: LA JUSTICIA SE EXPIDIÓ A FAVOR DE LA TOMA. Pese a ello, el Gobierno Porteño, mantuvo su postura, ignorando lo que explicitado por la Jueza. Un año después, la misma Jueza, Fabiana Schafrik, hace alrededor de 10 meses cambió el fallo. Asimismo, desde el Gobierno y desde la Dirección del Centro Cultural que está “comandada” por Gabriela Ricardes, expresan que el 28 de Diciembre, día previo al comienzo de la Feria Judicial, saca una nota diciendo que los chicos de la sala están en situación de ilegalidad. Dicha “nota” jamás llegó a los abogados de la Asamblea, es decir no hubo una notificación legal así como tampoco un fallo o decreto.
¿Qué pasó con el inicio del 2013? Había más de 20 talleres de actividades para disfrutar durante el verano; talleres a la gorra, bien alejados de la políticas mercantilistas. El día jueves 3/1, que era cuando iniciaban los talleres, al llegar el lugar se encontraba cerrado (Si! Cerrado porque ahora el CCGSM TIENE REJAS y HASTA CANDADO SIENDO UN LUGAR PUBLICO). La excusa del cierre era que “el Centro Culturales encontraba cerrado por vacaciones”. Claro que está bien que lo esté pero como se mencionó al comienzo, la Sala Alberdi, no depende del Centro Cultural por lo que no deben impedir el funcionamiento de las actividades, del mismo modo que no impiden la labor de la radio y la tv.
En el lugar NO SOLO HAY MATONES (SI! MATONES PORQUE NO TIENEN LA INSIGNIA DE NINGUNA EMPRESA DE SEGURIDAD NI IDENTIFICACION) que no hacen más que burlarse y provocar sino que además hay un “EJERCITO” de POLICIAS DE LA METROPOLITANA, hecho que no sorprende…conociendo las politicas represivas del gobierno.
NO PERMITEN INGRESAR NI AGUA, NI ALIMENTOS A LOS COMPAÑEROS QUE SE ENCUENTRAN EN EL 6º PISO!!!!! TAMPOCO MEDICAMENTOS!!!

MAURICIO MACRI, HERNAN LOMBARDI Y GABRIELA RICARDES SON ALGUNOS DE LOS NOMBRES DE LOS RESPONSABLES DIRECTOS DE LA PRIVACIÓN DE LOS DERECHOS VIOLADOS!!! Y SON LOS RESPONSABLES DE LAS CONSECUENCIAS FISICAS QUE LOS COMPAÑEROS PUEDAN TENER!!!!!

 






lunes, 7 de enero de 2013

Poemas de amor de Aristóteles España de Valparaíso a Montevideo

Estimados compañer@s; el libro, tu libro, nuestro libro, se encuentra en la web. Se puede bajar en la página Fundación Poeta Aristóteles España.
Tiene el valor de ser los últimos escritos y poemas de amor del poeta-adolescente del campo de concentración de Isla Dawson. Este emprendimiento fue posible gracias a Sandra y el colectivo la pata de liebre.
El link es


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domingo, 6 de enero de 2013

Presidente boliviano anticipa victoria en batalla internacional para despenalizar el acullico



Presidente boliviano anticipa victoria en batalla internacional para despenalizar el acullico

Chulumani, BOLIVIA, 5 ene (ABI).- El presidente boliviano, Evo Morales, anticipó el sábado una victoria en la "batalla internacional" para la despenalización del acullico (masticado) de la hoja de coca, penalizado por la Convención de Viena de 1961 de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Bolivia se retiró de esa convención en 2011, pero en 2012 pidió su adhesión con una enmienda a dos incisos del artículo 49, respecto al acullico, una práctica ancestral en Bolivia y los países andinos

    "Hasta el 11 de este mes van a haber novedades, todos los hermanos afines a este producto vayan organizando una concentración para informar en detalle cómo hemos ganado una batalla internacional para legalizar el pijcheo (acullico) de la hoja de coca en Bolivia. Cómo con la fuerza del pueblo boliviano vamos a hacer cambiar la legislación internacional, la penalización al pijcheo de la coca", afirmó el Presidente indígena y principal dirigente simbólico de los cocaleros del trópico de Cochabamba.

    Morales recordó que la campaña internacional para la despenalización del acullico se emprendió en apego a la Constitución Política del Estado que en su artículo 384 determina que la hoja de coca es originaria, ancestral y patrimonio cultural de Bolivia.

    La nueva Constitución boliviana protege la coca como parte del patrimonio cultural andino y establece que la hoja, en su estado natural, no es un estupefaciente.

    Además, el acullico, con distintos nombres, se práctica en los pueblos indígenas de Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia, que mantienen esa práctica cultural, que ha sobrevivido más de cinco mil años.

    El Presidente boliviano afirmó que la victoria en esa "batalla internacional", para legalizar el acullico, se logrará con la fuerza del pueblo y de los movimientos sociales.

    "Si no hubiera sido este proceso o este instrumento político, quien se hubiera atrevido hacer cambiar la convención de 1961, nadie, esa es otra lucha del pueblo boliviano, es otro hecho histórico inalcanzable y ahora algunos países quieren sumarse con el Perú, pero igual esta batalla va a continuar", complementó.

    Según fuentes oficiales, la Convención de Estupefacientes de la ONU debe dar a conocer el fallo sobre la despenalización o no del "acullico" a más tardar el 10 de enero.
catedralibreallende@gmail.com