domingo, 26 de julio de 2015

Chile: síndrome de Estocolmo o la pesadilla neoliberal

Juan Pablo Cárdenas
Chile: el Síndrome de Estocolmo golpea nuestra política

Según los expertos, el Síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en que las víctimas de distintos abusos o vejaciones desarrollan una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con sus victimarios. Se calcula que hasta un veintisiete por ciento de los agredidos manifiestan esta actitud, como consta que muchos chilenos que fueron afectados en su integridad mediante secuestros, torturas y otros horrores al final mostraron señales de este síndrome, así como también lo manifestaron algunos agresores respecto de sus antiguas víctimas.

A la luz de lo que sucede en Chile no puedo dejar de pensar en que en nuestra clase política dirigente son muchos los casos de personas que por haber padecido el exilio, la cárcel y otras agresiones terminaron empatizando con sus antiguos verdugos. Ello podría explicar la forma en que ciertas autoridades se empeñan en perpetuar y exigir el cumplimiento estricto de la Constitución de 1980 que antes catalogaron como ilícita e intrínsecamente antidemocrática. La resistencia en ellos de una Asamblea Constituyente podría tener origen en este mal que alude a la capital de Suecia, sin duda uno de los países considerados como referente de lo que hay que hacer en Chile para consolidar la soberanía ciudadana y una reforma tan importante como la educacional.

Estarían afectados, también, por el Síndrome de Estocolmo un buen número de políticos que, conscientes del daño infringido por dirigentes de derecha y empresarios, no se han hecho cargo en veinticinco años de posdictadura de reemplazar o siquiera hacerle reformas sustantivas al modelo económico social legado por la Dictadura. Partidos y dirigentes que han llegado a la impudicia de solicitar recursos a las empresas confiscadas por Pinochet a todos los chilenos para favorecer y fundar la riqueza actual de sus más dilectos amigos e impunes encubridores. En este sentido, quizás la expresión extrema de este mal radicaría en la solicitud de dineros que les hicieron no pocos candidatos del oficialismo y de la izquierda a connotados golpistas y criminales en el propósito de financiar sus campañas electorales. Recurriendo, incluso, a un Julio Ponce Lerou, de quien se sabe se enriqueció gracias a la estratégica empresa estatal que le confiriera el propio Dictador y suegro. Un aventajado yerno que, además de esto, oficiara también como director del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), cuando en la Araucanía arreció el despojo, el homicidio y la desaparición hasta hoy de centenares de mapuche, luego de que el Régimen Militar desconociera la Reforma Agraria que empezaba a devolverle sus tierras usurpadas por el propio Estado, como por los colonos extranjeros o cuatreros que éste instaló en el sur del país. Es decir, en el flagrante desconocimiento que hicieron algunos gobiernos de los dos tratados firmados Por Chile con esta etnia y en los que se reconocía sus territorios y derechos.

Todo el encantamiento con el sistema neoliberal y la placentera connivencia de socialistas, demócrata cristianos y otros con las clases patronales sería una manifestación elocuente de este mal, tal como el desdén que nuestros parlamentarios y autoridades del gobierno expresan contra los derechos sindicales, la negociación colectiva y otras demandas laborales.

Propio es también descubrir el Síndrome de Estocolmo en aquellas autoridades, como el actual Subsecretario del Interior Aleuy, cuando asegura que las manifestaciones sociales están integradas en un 30 por ciento de delincuentes comunes y violentistas. Un despropósito tan ofensivo, como lesivo a la credibilidad del Gobierno, que no tiene otro propósito que atacar la indignación social y la protesta con violencia policial, la infiltración de provocadores y soplones en las organizaciones políticas y sociales de la misma forma en que lo hacían sus antecesores que ocupaban los mismos cargos durante esos diecisiete años de horror e interdicción ciudadana.

Equivocadamente, se les atribuye muchas veces algún mérito a ciertos personajes que sufrieron el exilio, la cárcel y la pérdida de familiares y que, curiosamente, hoy se muestran tan proclives a dialogar y afianzar acuerdos con sus antiguos delatores, persecutores y agresores. Una actitud que ciertamente no se debe atribuir a una genuina reconciliación, sino del padecimiento de un mal bastante más frecuente de lo que se creía. Un síndrome que, agregado al arribismo social, resulta demasiado perjudicial para un país demasiado atado ideológicamente a un Pinochet que se resiste a ser superado. Pese a los años, trampas y fracasos reiterados.

catedralibreallende@gmail.com 

lunes, 13 de julio de 2015

Las profecías de Fidel

Fidel y los cinco


Las profecías de Fidel


María Eugenia Claros Bravo

Hace algunos días un amigo me envió un mail donde me recordaba la pregunta que el periodista Brian Davis de una agencia inglesa le hacía a Fidel en el año 1973.

 -¿Cuándo cree usted que se podrá restablecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, dos países tan lejanos a pesar de la cercanía geográfica?

Relatan que Fidel lo miró fijo y respondió: 
Estados Unidos vendrá a dialogar con nosotros cuando tenga un presidente negro y haya en el mundo un Papa latinoamericano”.

Esto es, ¿casualidad o profecía? Es la pregunta que nos hacemos hoy.

¿Acaso Fidel Castro tuvo algún tipo de visión de lo que ocurriría en estos tiempos? ¿Acaso Fidel tiene algún tipo de poder sobrenatural que le permitía ver sucesos históricos que podrían ocurrir ahora?

Realmente yo quedé sorprendida hace tiempo y ahora estoy muy asombrada sobre esas declaraciones que hizo Fidel hace 42 años atrás. Es que para nadie es desconocido que hasta hoy las reflexiones de Fidel son luminarias.

Nosotros como periodistas tenemos que tener el hábito de leer, estudiar, investigar a diario sobre lo que ocurrió en la historia y cotejar con la situación actual.

Nosotros como periodistas, estamos en la obligación moral de advertirle a la gente que algunos medios de comunicación sólo difunden tonterías (farándula, chismes, novelas etc.)

Otros medios nos llenan con crónica roja, otros repiten y repiten mentiras hasta hacernos creer que es verdad, otros generan el problema y luego toman un político para que nos planteen la solución. Otros medios, no hacen seguimiento a la noticia de ayer y nos hacen olvidar con la noticia de hoy.

Otros medios construyen fantasmas (como el año 2006) nos querían hacer creer que si teníamos dos casas nos iban a quitar una, que se iban a retirar de Bolivia todas las empresas que invertían. ¿Se recuerdan?

Es que algunos medios de comunicación se dejan llevar por rumores y luego atemorizan al pueblo, ocultan a los verdaderos culpables de las atrocidades que ocurre con nuestro planeta, por ejemplo nos dicen apaguen la luz, no gaste mucha agua, para que descanse el planeta, y no nos dicen que las grandes transnacionales son los verdaderos culpables de los cambios climáticos.

Tenga mucho cuidado con esos medios de manipulación masiva.

- María Eugenia Claros Bravo es Directora Periódico Visión Z, Santa Cruz-Bolivia

catedralibreallende@gmail.com