Por Juan
Pablo Cárdenas
El
resultado más contundente de la reciente elección municipal fue el del número
de ciudadanos que se abstuvieron de votar. Se demuestra, así, que
la clase política dio un paso severamente en falso cuando legisló para hacer
voluntario el ejercicio electoral en un momento en que el descrédito que afecta
a los partidos es tan generalizado y éstos mantienen bajísimo influjo en
la opinión pública.
El hecho
de que la inmensa mayoría de los candidatos a alcaldes y concejales haya
ocultado su identidad política durante la contienda electoral es expresiva de
que las cúpulas dirigentes están conscientes de la frustración y la
desesperanza de la población respecto de nuestra precaria democracia, la
ineptitud de sus instituciones y la creciente corrupción de quienes debieran
representar los intereses del pueblo. Resulta repugnante, por esto, que los
distintos referentes políticos saquen cuentas alegres respecto de los
“votos válidamente emitidos” y se arroguen victorias que más bien le
corresponden a los caudillos entronizados en los municipios o a quienes
contaron con los más acaudalados recursos para sostener los millonarios gastos
electorales, cuanto ejercer las múltiples formas de cohecho arraigadas, expresa
o sutilmente, a este tipo de procesos.
Vista la
abstención, quienes resultaron electos no alcanzan otra vez un
respaldo ciudadano contundente que los legitime como representantes
nuestros en los municipios. Situación que se empeora cuando debemos elegir
a nuestros parlamentarios, puesto que el régimen binominal vigente le
impone todavía más cortapisas a la soberanía popular, como a la aspiración de
un régimen de verdadera solvencia republicana. Pese al estrepitoso
estreno de la inscripción automática y el voto voluntario, todo indica que la
clase política va a seguir postergando una reforma al régimen electoral y que,
en un abrir y cerrar de ojos, va a enfrentar las contiendas que se aproximan
bajo la institucionalidad heredada de la Dictadura y, luego, sacralizada por
los gobiernos del duopolio político enseñoreado en nuestro país.
Pero hay
que celebrar que durante esta campaña electoral se hayan multiplicado las voces
críticas o disidentes del sistema que nos rige, cuya majadera continuidad es
probable que nos conduzca a una nueva crisis institucional. De una
justa y responsable lectura de los resultados, lo que cabe es sumar conciencia
y movilización en favor de una Asamblea Constituyente y una Carta
Fundamental refrendada por el pueblo. Para que con democracia pueda
derrotarse la frustración, el desánimo y los inquietantes niveles de violencia
que se manifiestan y crecen después de 22 años de post dictadura y dilaciones.
Es
preciso, asimismo, que la izquierda y los políticos responsables abandonen las
prácticas cupulares, el oportunismo electoralista y se manifiesten ante al país
con ideas, programas y compromisos de buen gobierno. Que superen su actual
vacuidad ideológica y sus líderes se ofrezcan como portaestandartes del cambio
real y no como salvavidas de expresiones que ya perdieron vigencia o
demostraron su fracaso en las oportunidades que la ciudadanía ya les brindó.
Tanto en Chile como en el mundo.
Es
necesario, además, el retiro de las viejas guardias y la irrupción de las
nuevas generaciones en proyectos vigorosos, asentados en los tiempos
actuales, como en las demandas del porvenir. En este sentido, no cabe
sino lamentar que algunos dirigentes juveniles que despertaron la más
sólida adhesión de los chilenos hayan sido embadurnados en este último
proceso electoral por los intereses de los viejos partidos y los cantos de
sirena de sus revenidos administradores. Es francamente lamentable que figuras
juveniles promisorias hayan terminado de comparsa de las viejas
organizaciones y de quienes quieren mantener sus prebendas dentro
de un régimen político económico y social necesario de ser sustituido por la
fuerza del pueblo movilizado. Sistema perverso que se muestra impermeable
a las más mínimas trasformaciones dentro de la camisa de fuerza institucional
que ahoga los anhelos de justicia social y democracia participativa.
Domingo
28 de octubre 2012
Gentileza Diario electrónico Radio Universidad de Chile
catedralibreallende@gmail.com
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