por
Atilio Borón
Es triste y lamentable comprobar que las artes del
buen historiador que Loris Zanatta supo cultivar en el pasado se
deterioraron hasta convertirlo en un propagandista. ¿De qué otro
modo podría calificarse la más reciente intervención del
historiador italiano a propósito de los trágicos acontecimientos en
curso en Bolivia? [1] Su nota publicada en uno de los principales
matutinos de Buenos Aires es un compendio de falsedades y de
ocurrencias que pretenden pasar por una interpretación rigurosa y en
las cuales se quiere demostrar la irredimible malignidad de Evo
Morales y, según Zanatta, su mentor: el Papa Francisco. En esta
breve nota me limitaré a señalar los yerros más groseros de su
intervención. Dejo para mis lectores la poco agradable tarea de
examinar los demás, que son muchos.
Zanatta, como buen conservador, siente una
particular aversión para con el Papa Francisco y, en consecuencia,
por quien sería, según él, el líder más amado por el pontífice:
Evo Morales. A partir de esa supuesta constatación el historiador
italiano se hunde en el submundo de sus obsesiones y sus odios más
arraigados. Se pregunta, ya instalado en ese caos de sus prejuicios
“¿qué democracia puede haber donde la política es una cruzada
contra el infiel, el camino hacia la redención del “pueblo
elegido?” Pero, ¿habla de Estados Unidos, cuyos dirigentes y gran
parte de su población creen realmente ser el pueblo elegido por el
Señor para sembrar la justicia y la democracia en el mundo? ¡No,
habla de Bolivia!, de la humilde Bolivia de las señoras de polleras,
de un pueblo que fue explotado, oprimido y escarnecido por siglos
primero por el colonialismo español y más tarde por Estados Unidos
y que ni bien decidió hacerse dueño de su destino atrajo sobre sí
todas las iras del averno con sede en Washington, DC. No hubo en la
Bolivia de Evo ninguna cruzada contra los infieles; simplemente se
gobernó para empoderar al pueblo, respaldar sus derechos, sacarlo de
la pobreza y para evitar que los supremacistas blancos, los
sanguinarios racistas de la Media Luna Oriental, concreten de una vez
y para siempre el genocidio que borre de la faz de Bolivia a esos
oscuros personajes originarios que los avergüenzan ante el mundo.
Que es lo que, con la complacencia de Zanatta, o su cómplice
silencio, que es igual, están haciendo hoy.
Enardecido por los vahos embriagantes de su
discurso Zanatta se interna resueltamente en el terreno del delirio
político. Por ejemplo, cuando habla de “la obsesión (de Evo) por
perpetuarse en el poder como un Rey Católico.” Esto por cometer la
imperdonable transgresión de querer buscar una nueva re-elección si
el pueblo así lo decidiera. Pero es asombroso que siendo tan
sensible a este tipo de iniciativas de autoperpetuación en el poder
no se hubiera también referido a lo que al parecer es una idéntica
obsesión en Ángela Merkel o Benjamín Netanyhau, para no hablar de
Helmut Kohl o Felipe González, o de la propia Democracia Cristiana
italiana que estuvo más de cuarenta años en el gobierno sin que
manifestase la menor preocupación sobre ese desaforado afán por
“perpetuarse en el poder” de aquellos dirigentes europeos o del
neofascista israelí.. O cuando, con absoluta irresponsabilidad habla
de “la estafa electoral para evitar el triunfo de las ‘clases
coloniales’ no es (solo) el fruto de un ego enloquecido; son el
lógico resultado de una ideología en la que el ‘pueblo de Dios’
no piensa doblegarse ante el ‘pueblo de la Constitución’.”
Este último debe, sin duda, ser el representado por Luis Fernando
“Macho” Camacho que irrumpió acompañado por unos fascinerosos
al Palacio Quemado blandiendo una Biblia para exorcizar la herética
presencia de la Pachamama; o el que personifica la ignota senadora
autoproclamada presidenta del Estado Plurinacional por una Asamblea
Legislativa que ni siquiera reunía el quórum necesario para
sesionar, y cuyos tuits ahora convenientemente borrados revelaban un
intenso odio racial contra las poblaciones originarias de Bolivia; o
tal vez ese ‘pueblo de la Constitución’ tan exaltado por Zanatta
sea el de aquellos probos republicanos que prendieron fuego y
orinaron sobre la Wiphala, la bandera de los pueblos originarios de
todo el mundo andino; o el que profirió las amenazas pre-electorales
del tan alabado Carlos Mesa cuando, exhibiendo el talante democrático
que tanto seduce a Zanatta, amenazó con desconocer cualquier
resultado electoral que no sea su victoria.
Cuesta creer que quien fuera un historiador
profesional pueda ignorar tantos reportes de investigación que
refutan su errónea (y malintencionada) tesis sobre la supuesta
“estafa electoral” de Evo. Primero, ni siquiera el informe de la
OEA usa la expresión “fraude” y mucho menos habla de estafa, tal
como lo ha fehacientemente demostrado un estudio del Centro
Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).. Según dicho
trabajo el informe de la OEA “no aporta prueba alguna que pudiera
demostrar el supuesto fraude.”[2] Segundo, Zanatta también ignora
los resultados del informe del Center for Economic and Policy
Research (CEPR) de Washington y cuyos autores ratifican la rectitud
de los resultados anunciados por el Tribunal Superior Electoral pues
“no encuentran evidencia de que hubo irregularidades o fraude que
afecten el resultado oficial que le dio al presidente Evo Morales una
victoria en primera vuelta.” [3] Tercero, el informe de 36 páginas
emitido por el más competente departamento de ciencia política de
Estados Unidos en materia de estudios electorales, la Universidad de
Michigan, que coincide en afirmar que no hubo fraude alguno en las
elecciones bolivianas y que Evo ganó en buena ley. [4] Dice
textualmente el profesor Walter R. Mebane Jr., experto mundialmente
reconocido en el estudio de fraudes electorales, que en las
elecciones bolivianas se comprobó la existencia de “irregularidades
estadísticas que podrían indicar fraude sólo en 274 de las 34.551
mesas de votación y que (esto) no se diferencia mucho de patrones
vistos en otros comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y
Wisconsin. Incluso removiendo los votos fraudulentos, el MAS tiene
una ventaja superior al diez por ciento”, sentenció al final de su
extenso trabajo.
De haber tenido en cuenta alguno de los aportes ya
referidos el historiador italiano no hubiera podido escribir una
afirmación tan descabellada como la siguiente: si se “hubieran
celebrado elecciones regulares, es probable que el vencedor habría
sido Carlos Mesa, hombre que garantizaba un gobierno respetuoso del
pluralismo y de la democracia. En cambio, al manipular las urnas,
Morales desató la guerra religiosa y se eligió ‘el enemigo’: al
causar la radicalización del conflicto, hizo emerger un ‘enemigo’
que como él invoca a Dios sobre la Constitución, al ‘pueblo’
sobre la democracia.” El problema para el profesor de Bologna es
que sí hubo elecciones regulares, que no se manipularon las urnas y
que si alguien desató una guerra religiosa, un estallido de racismo
y fanatismo religioso no fueron ni Evo ni el MAS sino su tan admirado
Carlos Mesa, un politiquero irresponsable al que los prejuicios –o
la conveniencia- del italiano lo llevan a percibirlo como un hombre
“respetuoso del pluralismo y la democracia” pese a que antes de
llevarse a cabo las elecciones denunciaba el “fraude” que
seguramente se cometería y que azuzó los peores sentimientos y
prejuicios de las capas medias bolivianas para cometer toda clase de
desmanes antes, durante y después de las elecciones, incluyendo, ¡oh
sorpresa!, el incendio de las oficinas de las sedes departamentales
del Tribunal Superior Electoral en Sucre, Potosí, Santa Cruz y
Tarija y la destrucción de la documentación electoral que podría
haber comprobado el “fraude” cometido por Morales.
Podríamos extendernos en otras consideraciones
sobre el artículo de Zanatta que marcan un hito irreversible en la
conversión de quien fuera un serio historiador del catolicismo en un
vulgar propagandista que ofrece su pluma al servicio de la derecha y
el imperialismo. Habla, en su nota, de que “el país estaba en
llamas” y que eso tornaba inevitable el golpe militar pero bien se
guarda de decir quiénes fueron los incendiarios. Insinúa que Brasil
podría haber sido uno de ellos, pero omite toda mención de Estados
Unidos, barriendo bajo la alfombra toda la evidencia que habla de la
activa participación de Washington en el derrocamiento de Morales.
¿Ignora acaso que el infame Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas
Armadas de Bolivia, Williams Kalimán, renunció a su cargo ni bien
se consumó el derrocamiento de Morales y se radicó en Estados
Unidos? ¿No escuchó lo que es vox populi en La Paz de que por su
valentía republicana al “sugerirle” a Evo que debía renunciar
fue remunerado por Estados Unidos con un millón de dólares gracias
a una gestión realizada personalmente por Bruce Williamson,
encargado de negocios de la embajada estadounidense? [5] ¿Y que se
sospecha que otros generales recibieron una cantidad similar y varios
jefes de policía unos quinientos mil dólares cada uno para alentar
su oportuno amotinamiento? ¿Qué tiene que decir del viaje que en
Septiembre de este año realizara Ivanka Trump a Jujuy, la provincia
argentina lindera con Bolivia, y en donde fuera recibida por su
gobernador y algunos personajes de la política boliviana que
adquirieron notoriedad durante la ofensiva destituyente?
Nimiedades: lo importante para Zanatta es repetir
la cantinela que le dictan desde Washington: Evo quería eternizarse
en el poder, hizo fraude y la tragedia que desató es todo por su
culpa. Y la democracia podría renacer de este golpe. El plan fue muy
concienzudamente elaborado por los numerosos especialistas que
Estados Unidos tiene para promover “cambios de régimen”,
“primaveras de colores” o simples y llanos linchamientos de
líderes molestos, como hicieron con Gadaffi en Libia. Bolivia era un
objetivo largamente acariciado por la Casa Blanca. Todos conocemos su
adicción por ciertos recursos naturales como el petróleo o, en el
caso que nos ocupa, el litio, que para el Financial Times de Londres
es el equivalente de lo que fue el petróleo en el siglo veinte y que
es un insumo esencial para la maquinaria militar estadounidense. Y
Evo y el gobierno de los movimientos sociales eran obstáculos
inexpugnables, que no podían removerse apelando a la vía electoral,
intentando fabricar líderes de la “sociedad civil” o penetrando
en la cultura popular con los tentáculos de su ONG. Por lo tanto
había que arrojar por la borda cualquier prurito legalista,
olvidarse de la perversa sofistificación de los “golpes blandos”
y el “lawfare” y apelar sin tapujos ni culpas al golpe militar
del viejo estilo, precedido por los disturbios de un lumpenaje
contratado que pudo sembrar el caos en las principales ciudades de
Bolivia gracias a que las fuerzas policiales, compradas por del
imperio, les dejaron la calle liberada para crear una situación
socialmente insostenible y justificatoria del golpe de estado.
Zanatta no puede desconocer todo esto. Por eso lo
suyo, en verdad, es un escándalo. La treintena de muertos, cientos
de heridos y detenidos, los desaparecidos, la policía gaseando a los
deudos que llevaban los ataúdes de sus seres queridos al cementerio,
los incendios de oficinas gubernamentales, las intimidaciones y las
cobardes amenazas a los familiares de funcionarios y legisladores del
MAS para que traicionaran a Evo, todo este espanto, todo este
derrumbe del orden democrático y de la paz social, le resbalan al
historiador italiano por su piel de foca, para retribuirle una
metáfora que insolentemente le dedica a Evo en su libelo. Hay que
mentir, le dijeron, por el bien del imperio y de la civilización del
capital. Acabar con Evo y el Mas y, de paso, socavar la autoridad de
Francisco. Y el ex historiador arroja su antiguo prestigio a los
perros y obedece la orden, con ganas. Lástima y vergüenza.
Notas
[1] Cf. “De cruzadas redentoras, golpes y
fraudes”, en Clarín, 23 Noviembre 2019.
[4] “Evidence Against Fraudulent Votes Being
Decisive in the Bolivia 2019 Election”, disponible en
http://www-personal.umich.edu/~wmebane/Bolivia2019.pdf
- Dr. Atilio A. Boron, director
del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (PLED),
Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico
2013.
catedralibreallende@gmail.com
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